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domingo, 12 de diciembre de 2010

el naufrago y la botella


Terminaron los días de naufragio.
Las aguas del mar me llevaron a orillas de una exótica isla.
Después de tantos días en donde las aguas era el timonel de mi bote inflable.

Entre el enorme cielo y la infinidad del mar trascurrieron mis días
hasta que la costa de esta isla me dieron una esperanza de vida.
Con escasos sustentos me encuentro,
esperando que alguien me pueda rescatar;
la ultima galletita y el último trago de cognac.

Una pluma que escribe sin parar una mano que tiembla,
unas hojas amarillentas que navegan por el infinito mar
através de una botella de cognac.
El sol se eleva y cae perdiéndose en el horizonte, una y otra vez.
No hay respuestas si alguien encontró la botella con sus hojas amarillentas.

La botella naufraga, en busca de alguien,
los inmensos buques se muestran indiferentes,
cortan las aguas, adornan el mar; pero las olas bruscas alejan la botella.

Una ballena despide vapor con su expiración justo debajo de la botella,
sin alas, pero cerca de las gaviotas,
de regreso una vez más contra el agua se azota.

Surfeando en las olas va, va, va sin destino.

Distraída la botella en presencia de las luna y sus estrellas,
contra una gigantesca roca se estrella, añicos de ella.
Una gota de cognac que se mezcla con el mar.

Las hojas imitan el movimiento de las carpas marinas y
las astillas de cristal toman la delantera anclándose en las algas.
Mientras lentamente los peces ven descender a las hojas en su fin,
despidiendo tinta de sangre azul.

Mientras tanto en una isla. Un naufrago de cabello largo al igual que su barba.

Espera una respuesta.
Sentado sobre una roca, con una mirada profunda y desconcertada
donde se puede leer:”melancolía”.

Débil agonizando en espíritu, leyendo una novela que se sabe de memoria.
Observando una palmera, para ver si un coco en su caída,
con una piedra de despliega. Anímicamente le es imposible
treparse a una palmera.

Una sonrisa se dibuja en su rostro;
Se levanta, mira las extensiones de las aguas con los ojos perdidos,
allá a lo lejos donde se une el cielo con el mar.

Sueña, sueña con la esperanza de que la botella se encuentre en la red
De algún barco pesquero.
Entre su sonrisa es obvio ver, que en su pensamiento imagina
algún marinero relatando su mensaje en voz muy alta.

Quien le dirá que:
Distraída la botella en presencia de las luna y sus estrellas,
contra una gigantesca roca se estrella, añicos de ella.
Una gota de coña que se mezcla con el mar.

Las hojas imitan el movimiento de las carpas marinas y
las astillas de cristal toman la delantera anclándose en las algas.
Mientras lentamente los peces ven descender a las hojas en su fin,
despidiendo tinta de sangre azul.