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miércoles, 16 de febrero de 2011

Lagrima de un recuerdo en silencio.


La noche cae y sobre la almohada antes de que se cierren tus ojos,
siempre destila un recuerdo seguido de una lágrima.

Te robaron la inocencia,
jugaron con tu sexualidad,
te amordaza la impotencia y la humillación.

Tu mundo se cubre de silencio,
no podes confiar en nadie,
sos incomprendida.
Siempre miras a los cuatro vientos porque
arrebataron tu auto estima.

Un vació cubre tu existencia,
siempre que miras al cielo preguntas: ¿por qué?

Ese recuerdo que te crucifica aunque pase el tiempo.
Estas saturada y seguís adelante
con la marca de un precinto saboteado.

Dejaron una tormenta en tu mente
y el silencio te habla al oído.

De esos ojitos color verde la savia es una gota de mar.
Maldecís al judas que lleva tu sangre y
Te robo la felicidad.

Eras una niña; pero ahora sos una mujer.
La tormenta pasa aunque el sello
del tormento este siempre titilando.

Tienes un espacio en este corazón que no tuvo el mismo martirio;
pero te comprende.
Nunca bajes la mirada,
nunca elijas pensar que solo servís para las luces de neón.

La tormenta te persigue a donde vas,
hoy te acompaña un estrés postraumático.

Juntaría todas las voces femeninas que callaron,
por temor,
por humillación.
Las juntaría para que no te sientas tan sola.

Hay un precio en esta tierra ardiente para todos
los que abusaron de la inocencia.
Sea, tío, padre, abuelo, o un hijo de puta esperando en una esquina oscura.

Que tu mirada nunca se marchite,
que tu voz nunca apague,
que tu vida nunca se trunque.

Déjame beber tus lágrimas, déjame compartir tu dolor.
Rompe ese silencio y aunque en la almohada siempre antes de cerrar los ojos esté la tormenta.
Cierra los ojos fuerte y piensa que ya no estas sola.

Llevas el peso por casualidad del destino,
pero llevas el coraje para poder superarlo.

Mírame a los ojos,
levanta tu cabeza y libérate de esa tormenta.
Déjame ser tu rayito de sol.