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miércoles, 16 de febrero de 2011

REFLEJO.


Nadie se cree esa vestimenta de arlequín,
tan sólo se necesita una mirada para ver esa mascara,
siempre a punto de caer.

La más nociva de las mentiras es aquella que nos inventamos a nosotros mismos.


Ellos ven lo que yo pienso de mí.
Mi visión de mi mismo es causa y efecto.

¿Por qué ocultar mi esencia, si es lo mas original en todo el ser?

No puedo transitar por la avenida de la sociedad con vestimenta de rey
y pensando que soy un mendigo.

Se puede hacer alardes gratis de algo que no somos,
pero nadie lo cree, nadie.

¿Cuánto tiempo bastara para que lo reprimido en la garganta del pensamiento estalle?

¡Esa maldita mascara, que no nos deja soltarnos!


Se terminaron los actores, cuando aprendimos a leer los,
ojos,
el tono de voz,
la postura y el cuerpo.
¡Que hoy se el día en el cual enfrentemos todo lo que temíamos hacer!

No existen limites,
sólo existen los limites que concientes o inconcientes,
lo ubicamos en nuestra carne y distraído lo perpetuamos.